Dar la lata: Son
muchas las
versiones que circulan respecto de la procedencia del dicho, aunque todo
induce a creer que proviene -por imitación- de los antiguos dichos dar la tabarra o dar la murga,
con los que se daba a entender el fastidio
ocasionado por alguien que golpea instrumentos de percusión tales como
zambombas, palos y cencerros, para festejar las segundas nupcias de una
viuda o de un viudo. Posiblemente, al aparecer en el mercado la hoja de
lata (luego,
hojalata) como producto de uso común, los recipientes vacíos de ese
material fueron incorporados al equipo sonoro de las "cencerradas". De
manera que la expresión dar la lata, o sea, percutir sobre ella, no hizo más que
extender el concepto tradicional de dar la murga. También se ha
documentado que la frase podría provenir de la ciudad de Málaga, en cuya
cárcel los presos solían comprar una lata de mosto condimentado con
sobras de vino,
licores y aguardientes que al ser bebidos, provocaban en los detenidos
una intensa borrachera y, como consecuencia, un deseo incontenible de
hablar. El uso popular, sin embargo, le ha adjudicado al dicho el
significado de fastidio
causado por cualquier inoportuna insistencia, aunque entre nosotros se
lo aplica lisa y llanamente a quien posee la característica de hablar
por demás.
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