Tener muchas ínfulas: En
la
Antigüedad, se llamaban "ínfulas" a unas tiras o vendas de las que
pendían dos cintas llamadas "vittae", una a cada lado de la cabeza. Las
"ínfulas" se usaban arrolladas en la cabeza a manera de diadema o
corona, y solían lucirlas
los príncipes y sacerdotes paganos, como señal distintiva de su
dignidad. Con estas "ínfulas" se adornaban también los altares y -en
algunas ocasiones- las víctimas que eran llevadas al sacrificio. Pero
cuantas más eran las
ínfulas y mejor la calidad de su confección, más importante era
considerada la persona que las portaba, por lo que, era muy común
escuchar hablar de víctima de muchas ínfulas. Con el tiempo, el dicho pasó a designar a todo
aquel que actúa con habitual vanidad y orgullo desmedidos y, por lo general, despreciando al prójimo.
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